La ruta del agua
Gachalá- Vía Ubalá- Gachalá
Nivel de complejidad: ◉◉◉◉◎
A 130 kilómetros al oriente de Bogotá se encuentra el municipio de Gachalá, epicentro del Embalse del Guavio, considerado como la segunda fuente hidroeléctrica más importante del país. Nutrido por los ríos que bajan de las estribaciones de la cordillera oriental, en este lugar, se pueden practicar desde deportes náuticos, hasta caminatas y recorridos en bicicleta acompañados por la invaluable riqueza del agua como fuente de vida y el embrujo verde de las famosas esmeraldas de la región.
Esta ruta recibe su nombre gracias a que Gachalá y Ubalá, municipios de la provincia del Guavio, hacen parte de la red hídrica más importante del departamento de Cundinamarca; tanto, que abastece en gran medida a Bogotá y aporta significativamente a la producción de energía hidroeléctrica del país. De ahí que el agua sea el elemento integrador del desarrollo y la actividad de la región.
En este escenario transcurre esta ruta de 42.8 kilómetros que contempla ascensos pronunciados, espectaculares vistas de las fuentes de agua y bosques frondosos que sirven de hábitat para osos de anteojos, águilas crestadas y venados de cola blanca que convierten el recorrido en una experiencia inolvidable.
Con una temperatura de 17ºC en promedio y una altura de 1.712 m/snm, el recorrido inicia a las afueras del pueblo (cruce de la calle séptima con carrera tercera, salida a Ubalá), con un ascenso corto (de 300 metros) pero muy duro, que incluye un muro –como le dicen los ciclistas a este tipo de repechos–, que en un punto determinado alcanza el 19% de inclinación. Inmediatamente corona ese pequeño primer gran puerto, usted estará ante la imponencia del paisaje que ofrece el Embalse del Guavio, que empieza a asomarse en el costado de la carretera.
Posteriormente encontrará un descenso de aproximadamente 2 kilómetros que conduce al sector conocido como Las Lagunas, muy cerca de las quebradas La Moya y La Moncabita. En el kilómetro 4 empezará el ascenso hacia la vereda Santa Elena, en plena muralla montañosa. Un edén cundinamarqués que, sin embargo, se encarga de tensar las piernas con sus inclinaciones por encima del 10 %.
Tres kilómetros más de bajada y luego un ascenso de un kilómetro con rampas del 11 y hasta el 16% son el preámbulo de un terreno quebrado que conduce al sector conocido como Las Minas, en donde se pueden encontrar yacimientos de cobre, plomo, yeso, mármol, grafito, hierro y esmeraldas.
De hecho, esta región es distinguida porque allí se han encontrado algunas de las esmeraldas más famosas de Colombia y reconocidas a nivel internacional. La historia cuenta que en 1969 encontraron la esmeralda más grande que se haya conocido: “Emilia”, de 7.015 quilates, equivalente a un peso de 3 libras y cuarto que rápidamente pasó de la mina de Gabriel Garzón a la custodia del Banco de la República. Tres años más tarde el minero Tito Daza encontró allí mismo otra de 8.000 kilates, aún más grande y pura, que en Gachalá se vendió por 5 millones de pesos, luego en Bogotá por 80 y fue a dar Suiza por una cifra exorbitante.
Los ocho kilómetros restantes antes de llegar a la meta en la Presa del Guavio son destapados en algunos tramos, por lo que lo ideal es llevar gafas puestas en este tramo de la vía. Un descenso de cerca de 3 kilómetros y una última pendiente leve de 4, lo llevarán a la puerta del Embalse desde donde podrá divisar un paisaje que conjuga la vegetación de un páramo con la pureza de los espejos de agua azul-verdosas.
El regreso por la misma vía al municipio de Gachalá permite repasar las postales memorables que aparecen una detrás de otra al borde de la Represa. A su llegada al municipio no pierda la oportunidad de disfrutar de la gastronomía local. Restaurantes como Loren y el Diamante son una excelente opción para probar platos como el piquete gachaluno (pollo, arepa y consomé), la sopa de ruyas, los envueltos de mazorca, las arepas de maíz pelado, los bizcochos o colaciones y el pan de maíz.
Meta volante:
No puede irse sin visitar las cascadas El Tormento, La Gruta y la Virgen del Carmen, un paraíso hídrico que sirve para tomar un descanso y relajarse con el sonido de las aguas que descienden directamente desde los páramos de la Cordillera Oriental.
Finalmente, puede hacer una caminata o cabalgata por el sendero ecológico la Ruta del Embrujo Verde, un recorrido en el que podrá conocer de cerca la experiencia de los mineros dentro de los socavones y adentrarse en esta cultura que, según se cree, tiene algo más de 2000 años, cuando los antepasados esculcaban las montañas para ofrecer los hallazgos a sus dioses.